Y de repente, la verdad me pego. No
fue una realidad transitoria, mas bien fue un choque violento. No importaba cuanto me
esmerara, esa pequeña idea estaba estatica en mi mente. No podía evitarlo. Caminar por la calle, respirar, mirar. Todo se convertía en una señal de que mi razonamiento era
lo mas acertado que había aterrizado en mi mente alguna vez. “Todo en la vida es
temporal” me dije. Todo en la vida es temporal. Desde el mejor
momento de mi existencia, aquel donde sintiera tocar el cielo con las manos,
hasta el mismísimo infierno, cada error que hiciera trizas mi conciencia, o mi
alma, en algún momento todo iba a terminar. La vida era la composición de
miles de instantes pasajeros, de miles de detalles encadenados. Lo único que podía
hacer era verla transcurrir, permitir que se escapara de mis manos sin
aferrarme a nada. Todo en la vida es temporal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario