Ya ni siquiera me esfuerzo en revisar mensajes
o llamadas, ya no estoy para decepcionarme una vez más, ya no quiero seguir
esperando algo que se perfectamente bien nunca me darás, ya no tengo ni las
mínimas ganas de levantar un teléfono y escuchar tu voz fría y desagradable,
pero por alguna razón que mi cerebro aun no entiende pero que mi corazón cree
firmemente resultara poco dañino para mi, aunque cada lagrima demuestra todo lo
contrario. Tampoco me dan ganas de dejarte ir..
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