Quizá es que no quiero olvidar. Simplemente quiero guardarlo siempre, quiero acordarme siempre de tu
cara bonita, mi confianza ciega en ti, nuestras tonterías, tu facilidad para
hacerme sonreír, nuestras risas, las fotos, las conversaciones habladas y
escritas, las miles de veces que pensé en ti y te eché de menos, las lágrimas por ti, mi adicción
a ti, los besos y los abrazos,
aquellas tardes de verano, las ganas de ti, tu olor que tanto me gusta, las miradas y las caricias, mi
riesgo, tu
encanto, los intentos fallidos de alejarme de ti, aquel collar que te robé en un descuido, todas las entradas sobre ti
que he publicado y que no, mi sinceridad y la supuestamente tuya,
esa maldita cancion, tus piques, el querer y no poder, tus falsas promesas, todo el daño que me has hecho y las
veces que te he perdonado, el no poder odiarte, lo que me cuesta enfadarme contigo, lo rápido que te
hiciste querer, lo tonta que soy, tu puta agenda apretada, cuando miento y digo que no me importas, esos días
marcados en mi agenda y el mechero sin gas, los planes que nunca haremos, mi
preocupación por ti, los sueños, los "Te quiero" que dijimos y te podría seguir repitiendo, nuestros
encuentros furtivos y las ganas de más, tu mirada traviesa y nuestra perfecta
forma de disimular, tu manera de mentir y mi estúpida mania de no querer
olvidarte nunca, mi estúpida mania de quererte siempre.
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